Quince mujeres de Sepur Zarco son las protagonistas de un hito histórico mundial: por primera vez en Guatemala y en el mundo, un tribunal nacional ha juzgado y condenado la esclavitud sexual como crimen de guerra.

Treinta y cuatro años han pasado desde que sus maridos fueron desaparecidos y asesinados; desde que fueron despojadas de sus pertenencias y sometidas a abusos sexuales, psicológicos, a servidumbre doméstica forzada y al estigma social por ser mujeres indígenas pobres, viudas cuyos cuerpos fueron instrumentalizados por el ejército durante el enfrentamiento armado interno.

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