Acercarnos a diez años de la firma de la Paz Firme y Duradera en Guatemala, me ha planteado la necesidad de hacer esfuerzos por establecer, con mayor certeza y aproximación posibles, la realidad actual del proceso que se inició el 29 de diciembre de 1996. Esto implica hacer una ponderación del proceso político, pero también visualizar lo referente a los recursos invertidos y el avance de las metas y los indicadores, así como los puntos pendientes de resolver.

La enorme necesidad de recuperar la iniciativa, de expresar más amplios y nuevos consensos, de avanzar hacia la consolidación de la Paz, el desarrollo social con pertinencia cultural y al logro efectivo de las Metas de Desarrollo del Milenio, es la agenda básica con la que Guatemala debe prepararse para la llegada de un nuevo B'aqtun, y por lo tanto de un nuevo tiempo de luz y armonía para quienes convivimos en el país.

Esas son, en consecuencia, las razones de este aporte, y con el que también pretendo hacer manifiesto el sentimiento de gratitud que debemos guardar por la nueva ruta en la que hace diez entramos como país a pesar de las vicisitudes que aún se deben enfrentar. Hoy es tiempo de construir y de mirar hacia el futuro sobre la base de lo que se ha avanzado. A todas y todos debe inspiramos en este trayecto, la historia de sufrimiento, pero también las luchas, los aportes constantes, los valores y prácticas ancestrales que expresan y promueven los pueblos indígenas de Guatemala, merecedores de reconocimiento, de respeto y de libertades para el ejercicio de sus derechos, principalmente el derecho de tener un mejor y más digno destino. Rigoberta Menchú Tum Premio Nobel de la Paz Embajadora de Buena Voluntad de los Acuerdos de Paz Guatemala, septiembre 2006.

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